EL MONTAÑISMO QUE QUEREMOS. PUBLICADO EN COLLADO SUR, REVISTA DE LA FAM.


EL MONTAÑISMO QUE QUEREMOS.

 

CORAL BAZ BLACH y UXÍO OTERO CASTRO,  Club Noveno Grado,  Huelva.

 

 


Este artículo pretende ser una pequeña  reflexión sobre la práctica del montañismo en la actualidad, y abrir un debate, entre la comunidad montañera de Andalucía, sobre nosotros mismos. El típico “quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos”, siempre intentando ser muy respetuosos con cualquier otra forma de ver el montañismo.

 

 

La idea de escribir estas líneas surgió durante la actividad montañera que desarrollamos este verano. La actividad consistió en realizar el trekking de Chamonix a Zermatt para luego intentar hacer algunas cumbres en el macizo del Breithorn (esto último debimos suspenderlo debido al mal tiempo que hizo los últimos días que teníamos disponibles).

 

 

Mientras se camina y se asciende esos collados, se empieza a tener la sensación de que algo está fallando. Otros veranos hemos escalado cimas en las Cuillins Hills, hemos hecho trekking por los Craighorn escoceses, hemos subido a los Tatras en Polonia o, más cerca, hemos hecho travesías desde Añisclo a Gavarnie, tramos de los GR-10 y GR-11, travesías por los Ubiñas, Palentinas, Aigües Tortes…

 

 

 No desdeñamos el invierno y las bellas posibilidades que nos ofrecen muchas de esas mismas montañas cuando rebosan nieve, y, hay que decirlo, esa sensación extraña es siempre la misma.

 

 

Para empezar, no nos gusta definirnos como escaladores, o senderistas, o corredores de montaña… Quizá porque no seamos buenos en ninguna de estas disciplinas es por lo que nos gusta vernos como montañeros, así, en general, y nos lo pasamos igual de bien en el trekking del Cervino que escalando el corredor del Espigüete en abril.

 

 

Y es realizando estas actividades, donde nos sentimos bien, disfrutando de la Naturaleza y formando parte de ella, cuando empezamos a notar esa sensación de la que hablábamos al principio, y empiezan las preguntas:

 

Probablemente, casi ninguno de los cientos de kilómetros que hemos recorrido por senderos en los Alpes, Tatras, montañas de Escocia… pudiera ser homologado como GR o PR por nuestra Federación.

 

 

 

Caminos alucinantes entre grandes montañas,  pero en los que la señalización no cumple con las normativas que nos hemos impuesto: no hay paneles indicadores, ni áreas de descanso con sus contenedores y papeleras, no hay balizas cada no sé cuántos metros, no hay vallas de seguridad

 

ni pasarelas que garanticen la accesibilidad.

 

 

Menos mal que no hay nada de eso, sólo montañeros y montañeses, Naturaleza y Montaña, de vez en cuando, alguna señal o un hito sobre unas piedras y… ya está. ¿Para qué queremos entonces toda esa parafernalia a la que nos estamos acostumbrando? Nos hablan de seguridad y de la posible responsabilidad civil de Ayuntamientos y Parques en caso de accidente.

 

 

Qué pasa, ¿es que nosotros ya no somos capaces de asumir nuestros actos? ¿Que si nos torcemos un pie en un camino vamos a denunciar a la Administración de turno? Uno de los primeros valores que se aprende como montañero, es el de la responsabilidad, el valor que te permite abrir vías en las paredes más inhóspitas o ir, simplemente, por donde te da la gana, porque eres consciente de lo que haces.

 

 

Otras veces nos hablan de usuarios que no son expertos, que pueden perderse… Bienvenidos sean también esos usuarios.  Todos debemos aprender. Pero si alguien necesita paneles informativos, papeleras, barbacoas, bancos (bancos en medio de la naturaleza, por favor, como si no hubiera piedras, raíces…),  seguramente esas personas no nos deban preocupar a los montañeros.

 

 

Dejemos que sean otras instituciones quienes se ocupen de ellos y que los ayuntamientos o quien sea les monten sus áreas de naturaleza domesticada para domingueros y otros paseantes que, insisto, tienen todo el derecho del mundo a estar ahí, pero no son en absoluto competencia nuestra.

 

 

Sirva como ejemplo de esto último, el encargo realizado hace un par de años por la Consejería de Medio Ambiente,  quien pidió a la Federación asesoramiento y la homologación.

 

 

 

(Publicado en COLLADO SUR,  revista de la FAM).

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