LA TRASHUMANCIA RESUCITA EN JAEN


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La trashumancia resucita

Juan Rafael Hinojosa/Alcalá
Actividad sacrificada, pero llena de encanto. La trashumancia de ganado bovino regresa a Alcalá tras veintidós años. El municipio es lugar de paso para las reses, que viajan desde Sierra Nevada y Mágina hasta Villaviciosa de Córdoba. En primavera harán el camino de vuelta.

Más de doscientas cabezas de vacuno de carne atraviesan, desde el lunes, el término local. El municipio es la parte central de un viaje de unos 270 kilómetros que durará un mes. Los puntos de salida son el Puerto de la Ragua —en Granada— y Bélmez de la Moraleda. El de llegada, la Sierra Morena cordobesa.
La entrada en tierras alcalaínas se produjo el lunes por Mures. Después de pasar la noche en la Fuente del Rey, el grupo de vaqueros y sus reses partieron ayer en dirección a la aldea de Puertollano. A mediodía, el grupo atravesó el casco urbano —concretamente, las calles Utrilla, El Llanillo, Tejuela y Camino Nuevo— en medio de la expectación generalizada. No era para menos, pues los cornúpetas llevaban veintidós años sin hacerlo. La iniciativa es fruto de la unión de varios ganaderos, el belmoralense Juan Pereira —que es nieto de la difunta María Gómez, la propietaria de la casa donde surgieron las caras de Bélmez— y pastores granadinos, entre los que destaca la familia Yebra.

Los componentes de la expedición anuncian que, a partir de este año, repetirán el recorrido, primero de ida y luego de retorno, dos veces al año, en invierno y en primavera. La iniciativa, además, les sirve para reivindicar las vías pecuarias y denunciar su pésimo estado. Los  criadores ponen el grito en el cielo por los obstáculos que se encuentran. Caminos, con más de treinta metros de ancho para la circulación de los animales y otros usos, se encuentran usurpados por cultivos —especialmente olivos— y construcciones. Para colmo, en algunos tramos, los cordeles están ocupados por carreteras y las vacas y terneros deben superar unos quitamiedos que les causan cortes. El colectivo pide que, de una vez, haya deslindes en Jaén.  De cualquier manera, los propietarios de bovino llevan un seguro para cubrir cualquier daño que se produzca fuera de la vía pecuaria, aunque no se responsabilizan de los que se causen dentro.  La Guardia Civil y, en poblado, la Policía Local hacen de escolta y regulan el tráfico si hace falta.

 La trashumancia es dura, aunque sarna con gusto no pica. La ruta, a menudo en medio del frío y la lluvia, se hace a caballo, en compañía de perros amaestrados. Por las noches se instala el “pastor eléctrico”, un redil que, mediante descargas, disuade a las reses para que no huyan. Hay que hacer turnos para vigilar en las gélidas noches la manada. Todas las pertenencias van en un camión y se come como se puede. Los vaqueros duermen en tiendas de campaña, de manera que la casa ruinosa en la que pernoctaron en la Fuente del Rey les pareció “un hotel de cinco estrellas”. La periodista   francesa Valérie Berger (apellido que significa pastor) los acompaña y, con sus grabaciones, hará un reportaje.

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