No todos los ganaderos contratan cuadrillas de extranjeros para esquilar ovejas. El rebaño de 2.000 cabezas que el pasado martes cruzó Ávila y que mañana atravesará el acueducto de Segovia, rumbo a la Sierra de la Demanda, fue despojado de sus vellones en abril por jóvenes extremeños entusiasmados con la idea de desenterrar el viejo oficio.
Un cursillo les bastó para aprender a manejar el animal, la máquina de afeitar y la tijera. Porque a los mansos que guían el rebaño se les trasquila a la antigua usanza, con tijeras, las únicas que permiten diseñar dibujos y borlas en la piel del carnero y dejarlo como un pincel, engalanado para encabezar una larga marcha que se inicia en las tierras que engloba el queso de denominación de origen de La Serena (Badajoz), y termina en Tolbaños de Arriba (Burgos), a donde llegarán a mediados de mes.
Allí, en el pueblo más alto de la provincia burgalesa, al sur de la Sierra de la Demanda, encontrarán buenos pastos para enriquecer su leche y amamantar a sus corderos. Bien lo recoge la sabiduría popular: «Allá por San Matías se igualan las noches con los días, y dice la oveja al pastor: sácame de estas solanas y llévame a aquellas umbrías, pues si no crío el cordero, la culpa no será mía».
El proverbio lo rememora el presidente de la Asociación Concejo de la Mesta, Jesús Garzón, verdadero guía del rebaño y del proyecto que pretende recuperar la trashumancia en España, una tradición milenaria que beneficiaría al país, a los cultivos, a las especies de flora y fauna (algunas en peligro de extinción), a la calidad de los alimentos y al cambio climático. Sus ímprobos esfuerzos para convencer a ganaderos e instituciones de las ventajas de la trashumancia ya han dado jugosos frutos.
A los tres años de fundar la asociación, el Parlamento aprobó la ley de Vías Pecuarias (1995), que supuso un espaldarazo sin parangón a sus pretensiones y que Garzón califica de «moderna y esencial para mantener la biodiversidad, los ecosistemas y para impulsar la rentabilidad económica de la trashumancia». En dieciocho años de batalla, han conseguido que medio millón de vacas y ovejas vuelvan a pastar por gran parte de los 125.000 kilómetros de vías pecuarias que surcan el país, abandonadas de forma paulatina en siglos anteriores y a las que el ferrocarril y el transporte por carretera dio el golpe de muerte definitivo. En estos momentos, medio millón de cabezas pastorean por las nueve cañadas reales. El sueño de la asociación se cumpliría si en el año 2020 tres millones de reses transitaran por cañadas (75 metros de anchura), cordeles (37,5 metros) y veredas (20 metros).
Menos incendios y desertización
La construcción de carreteras, autovías y urbanizaciones han deteriorado los corredores, pero el empeño del Concejo de la Mesta y el compromiso del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino para recuperar este ancestral patrimonio favorecerán la rehabilitación y señalización.
Jesús Garzón asegura que ese sueño conllevaría, además, la recuperación de tres millones de hectáreas amenazadas por la desertización, reduciría los incendios forestales al eliminar matorrales y maleza, protegería las encinas y alcornoques del sur del país y contribuiría contra el cambio climático, ya que los pastizales «son los mayores sumideros de carbono».
Experto en los orígenes de la trashumancia, su evolución, el comercio lanar y ganadero, que alcanzó su auge en los siglos XV y XVI, y en su decaimiento, Garzón ha sido capaz de convencer a muchos ganaderos y agricultores recelosos de que «las cañadas permiten manejar los rebaños según las necesidades de cada ganadero y acudir fácilmente a otros parajes donde aprovechar recursos pastables que, de lo contrario, resultarían desperdiciados: pastos de montaña, rastrojeras y espigaderos de cereal, hojas y pámpanos de las viñas tras la vendimia, terrenos de regadío tras las cosechas de tomates, pimientos, maíces, etc». Aprovechamientos que para los agricultores suponen un valor añadido a sus explotaciones al beneficiarse del estiércol que aporta el ganado y ahorrarse herbicidas y quema de rastrojos.