CARTAGENA
Piden que adecúen los tramos entre la Sierra de Albarracín en Teruel y el Monasterio de San Ginés de la Jara.
Recuperar la vía pecuaria que ya utilizaban los fenicios para hacer sus intercambios y que el sabio rey Alfonso X instauró como zonas de paso del ganado de la Mesta. Esto es lo que buscan los vecinos de El Algar, y para ello, ayer, aprovechando que celebraban la cuarta fiesta regional de la trashumancia y el primer Encuentro de Cuadrillas del Mar Menor, recogieron firmas para exigir a la administración central que rehabilite la vía entre la Sierra de Albarracín en Teruel y el Monasterio de San Ginés de la Jara.
No se trata de un proyecto nuevo sino de una iniciativa que ya expusieron a la ex ministra de Agricultura, Cristina Narbona, hace seis años. Quieren que no se pierda la tradición ganadera que siempre ha existido en la zona y de paso recuperar la vía pecuaria como vía verde, para fomentar el turismo en la zona.
Para que esto se pueda llevar a cabo es necesario que las administraciones regionales de Murcia, Castilla La Mancha y Aragón se ponga de acuerdo. «Ya se destinó dinero para recuperar algunos tramos, pero aquello quedó en el olvido», criticó uno de los impulsores de la iniciativa, Ángel Sánchez.
La intención de los vecinos es que se recupere a modo de camino de Santiago para que el recorrido se pueda hacer en bicicleta a caballo y símplemente andando. «Se podrían construir albergues o refugios. Esta vía tiene alrededor de cuatrocientos kilómetros y en el camino se pueden ver paisajes muy bellos», comentó Sánchez.
Confluencia de veredas
Esta vía es más conocida como la vereda de Cantarranas y por ella llegaban a El Algar, en invierno, los ganaderos de Aragón a descansar. Era el punto final donde confluían varias vías pecuarias, y entre ellas ésta. «Muchos de aquellos pastores se quedaron finalmente a vivir aquí. El habla de los vecinos de esta diputación tiene mezclados muchos acentos. Hay que tener en cuenta que llegaban de varias zonas de España y eso ha ido dejando huella», señaló.
Durante una larga temporada los rebaños pastaban por las montañas ribereñas del Mar Menor y durante su estancia los pastores aportaban su legado tanto en el habla como en la gastronomía, música y etnografía. Esto precisamente es lo que quieren recuperar los vecinos de esta diputación. «Al menos queremos que no se pierda la tradición. Es una forma de enseñar a los niños nuestro pasado», apuntó el único pastor que aún queda por la zona y que ayer participó en la fiesta de la trashumancia.
La fiesta más tradicional
Se trata de una fiesta en la que se rememora la llegada de los pastores y de la Navidad. Alrededor de doscientos vecinos se dieron cita en una explanada de la población y disfrutaron de un verdadero día ganadero. Recrearon escenas costumbristas como la de trillar en una era, agrupar al rebaño, comer las clásicas migas o disfrutar de la música de las cuadrillas que participaron en el encuentro.