-¿Qué supone para usted haber sido nombrado Pastor Mayor de los Montes de Luna?
-Una gran satisfacción. Llevo luchando más de veinte años por ese mundo y ser equiparado con este título con un oficio tan importante como el de pastor, para mí es un orgullo.
-¿Cómo empezó a interesarse por el mundo del pastoreo y la trashumancia?
-En realidad yo nací en León capital, pero siempre me interesó el mundo rural. Esa inquietud me llegó gracias a mi padre y de su pueblo, Fresno de la Vega, pero fue en el año 1987 cuando realmente comencé a investigar este mundo por azares del destino. Un compañero de trabajo y yo nos plantamos aquel 15 de junio en la estación del Burgo Ranero esperando la llegada de un tren trashumante y pedimos permiso para acompañar al rebaño en su camino hacia Lois. Fueron 100 kilómetros y cinco días en los que estuvimos conviviendo con ellos cada instante. Me di cuenta que ahí había una historia muy grande que contar, un ovillo muy grande del que tirar. Luego sucedieron otros viajes por cañadas de León, pastos extremeños y manchegos, cañadas reales…
-¿Cuál cree que fue la trascendecia real de la trashumancia para la economía de la provincia en su máximo apogeo?
-Fue de brutal importancia. La trashumancia nació en el siglo XIII y durante cinco siglos la lana castellana y leonesa dominó el mercado mundial, aportando riqueza a España, a los pastores y a los pueblos de la montaña de León. Ya en el XIX la actividad comenzó a decrecer y con la Guerra de la Independencia la lana europea cobró pujanza y la actividad en España disminuyó. Es un milagro que la trashumancia haya llegado hasta nuestros días.
-¿Los nuevos tiempos acabarán con esta actividad tradicional o podrán abrirse nuevas vías para su recuperación?
-Nunca volverá tal y como se desarrollaba en el pasado. Ahora en León, por ejemplo, la actividad pastoril de este tipo se centra en la trasterminancia: los rebaños bajan de la montaña al sur de la provincia rumbo a la ribera del Órbigo y el Páramo. Se trata de un movimiento económicamente importante que supone el trasiego de 80.000 ovejas. También existe todavía entre León y Extremadura, aunque se ha ido transformando respecto a la tradición inicial, y se ven implicadas 10.000 ovejas y con la incorporación de los ganaderos de ovino, 2.000 vacas.
-El potencial turístico de aquellos que vuelven al mundo rural, ¿permitirá recuperar la vida de cañadas reales y en general de las vías pecuarias?
-La red de vías pecuarias en España comprende 125.000 kilómetros, nueve grandes cañadas reales, de las que la montañaa de León cuenta con tres. León por la gran extensión y cantidad de puertos supone un punto de referencia fundamental en este mundo. La nueva Ley de Vías Pecuarias prevé ya usos alternativos y permite recorridos a pie, en bicicleta o a caballo. En otros países se han recuperado antiguas sendas como caminos peatonales y en España, sin duda, pueden suponer una oferta para un turismo lento y de calidad, para amantes de la naturaleza.
–¿Estas vías ya no son viables para la ganadería actual?
-Están desaprovechadas, sobre todo, sus tramos intermedios, aunque siguen en uso los situados más al norte y en el extremo sur. Ya no es viable tardar treinta días en trasladar los rebaños a pie desde Extremadura a León o al revés, cuando en camiones se puede hacer en horas. La trashumancia como tal, a pesar de que existan grupos que reclamen su vuelta, no podrá recuperarse. Debe modernizarse en busca de la complementariedad de los pastos en las distintas estaciones. Creo que deberían existir acuerdos entre las autonomías para impulsar este intercambio, que tiene una lógica aplastante, la de los propios pastos, con métodos más modernos.
-¿Cuál considera que debe ser el papel de la labor del pastor hoy en día con la progresiva pérdida de su actividad tradicional?
-Su papel en la trashumancia ha sido fundamental. Conoce cómo manejar adecuadamente la ganadería. Hoy en día creo que puede ser un excelente mantenedor de los recursos naturales. Necesitamos que los pastores se mantengan en las zonas de montaña, más que por cuestiones económicas, por razones medioambientales. En León debería haber escuelas de pastores, como ya existen en los Pirineos para insertarles en la época moderna y dignificar su figura.
-¿Qué supone para usted haber sido nombrado Pastor Mayor de los Montes de Luna?
-Una gran satisfacción. Llevo luchando más de veinte años por ese mundo y ser equiparado con este título con un oficio tan importante como el de pastor, para mí es un orgullo.
-¿Cómo empezó a interesarse por el mundo del pastoreo y la trashumancia?
-En realidad yo nací en León capital, pero siempre me interesó el mundo rural. Esa inquietud me llegó gracias a mi padre y de su pueblo, Fresno de la Vega, pero fue en el año 1987 cuando realmente comencé a investigar este mundo por azares del destino. Un compañero de trabajo y yo nos plantamos aquel 15 de junio en la estación del Burgo Ranero esperando la llegada de un tren trashumante y pedimos permiso para acompañar al rebaño en su camino hacia Lois. Fueron 100 kilómetros y cinco días en los que estuvimos conviviendo con ellos cada instante. Me di cuenta que ahí había una historia muy grande que contar, un ovillo muy grande del que tirar. Luego sucedieron otros viajes por cañadas de León, pastos extremeños y manchegos, cañadas reales…
-¿Cuál cree que fue la trascendecia real de la trashumancia para la economía de la provincia en su máximo apogeo?
-Fue de brutal importancia. La trashumancia nació en el siglo XIII y durante cinco siglos la lana castellana y leonesa dominó el mercado mundial, aportando riqueza a España, a los pastores y a los pueblos de la montaña de León. Ya en el XIX la actividad comenzó a decrecer y con la Guerra de la Independencia la lana europea cobró pujanza y la actividad en España disminuyó. Es un milagro que la trashumancia haya llegado hasta nuestros días.
-¿Los nuevos tiempos acabarán con esta actividad tradicional o podrán abrirse nuevas vías para su recuperación?
-Nunca volverá tal y como se desarrollaba en el pasado. Ahora en León, por ejemplo, la actividad pastoril de este tipo se centra en la trasterminancia: los rebaños bajan de la montaña al sur de la provincia rumbo a la ribera del Órbigo y el Páramo. Se trata de un movimiento económicamente importante que supone el trasiego de 80.000 ovejas. También existe todavía entre León y Extremadura, aunque se ha ido transformando respecto a la tradición inicial, y se ven implicadas 10.000 ovejas y con la incorporación de los ganaderos de ovino, 2.000 vacas.
-El potencial turístico de aquellos que vuelven al mundo rural, ¿permitirá recuperar la vida de cañadas reales y en general de las vías pecuarias?
-La red de vías pecuarias en España comprende 125.000 kilómetros, nueve grandes cañadas reales, de las que la montañaa de León cuenta con tres. León por la gran extensión y cantidad de puertos supone un punto de referencia fundamental en este mundo. La nueva Ley de Vías Pecuarias prevé ya usos alternativos y permite recorridos a pie, en bicicleta o a caballo. En otros países se han recuperado antiguas sendas como caminos peatonales y en España, sin duda, pueden suponer una oferta para un turismo lento y de calidad, para amantes de la naturaleza.
–¿Estas vías ya no son viables para la ganadería actual?
-Están desaprovechadas, sobre todo, sus tramos intermedios, aunque siguen en uso los situados más al norte y en el extremo sur. Ya no es viable tardar treinta días en trasladar los rebaños a pie desde Extremadura a León o al revés, cuando en camiones se puede hacer en horas. La trashumancia como tal, a pesar de que existan grupos que reclamen su vuelta, no podrá recuperarse. Debe modernizarse en busca de la complementariedad de los pastos en las distintas estaciones. Creo que deberían existir acuerdos entre las autonomías para impulsar este intercambio, que tiene una lógica aplastante, la de los propios pastos, con métodos más modernos.
-¿Cuál considera que debe ser el papel de la labor del pastor hoy en día con la progresiva pérdida de su actividad tradicional?
-Su papel en la trashumancia ha sido fundamental. Conoce cómo manejar adecuadamente la ganadería. Hoy en día creo que puede ser un excelente mantenedor de los recursos naturales. Necesitamos que los pastores se mantengan en las zonas de montaña, más que por cuestiones económicas, por razones medioambientales. En León debería haber escuelas de pastores, como ya existen en los Pirineos para insertarles en la época moderna y dignificar su figura.