Comenzar a andar y dejarse llevar, pero respetando el entorno
A camino entre deporte, paseo y viaje, el senderismo es una de las actividades de ocio que más adeptos gana en estas fechas, por combinar el contacto directo con la naturaleza y un ejercicio tan intenso como lo desea quien lo practica.
En principio, el senderismo no exige una preparación excesiva ni un molesto o largo desplazamiento hasta el lugar en el que practicarlo: un recorrido por montes y bosques cercanos, o un fin de semana conociendo a pie parajes naturales son suficientes para un primer contacto con este deporte. A medida que se hace acopio de conocimientos técnicos, experiencia y resistencia física se puede aumentar la longitud y dificultad de las rutas.
Federaciones de montaña y organizaciones ecologistas coinciden en señalar que se trata de una práctica cada vez más popular, pero que se realiza frecuentemente de forma indebida. Quienes visitan esporádicamente las zonas propicias para el senderismo no siempre se percatan de las agresiones a las que pueden someter a estos parajes naturales y olvidan uno de los principios básicos del senderismo: el respeto al medio ambiente.
Tipos de senderos
Un sendero es un itinerario diseñado para visitar lugares de interés paisajístico, cultural, turístico, histórico y social a través de caminos o pistas.
Se distinguen cuatro tipos:
- Senderos de Gran Recorrido (GR): de distancia superior a los 50 kilómetros, su señalización (en rocas y árboles) es blanca y roja. Aparecieron en Cataluña hace casi veinticinco años, debido a su vecindad con Francia, donde el proyecto había avanzado mucho a partir de 1945. El GR 7 -primer gran recorrido español- comenzó a ser balizado en 1974, pero hasta mediados de los ochenta no se crearon en nuestro país comités de senderos dentro de las federaciones territoriales de montañismo.
- Senderos de Pequeño Recorrido (PR): su distancia es de entre 10 y 50 kilómetros, y se señalizan en blanco y amarillo.
Senderos Locales: no superan los 10 kilómetros y se indican en blanco y verde. - Senderos Urbanos: circunscritos a un ámbito urbano, su señalización es amarilla y roja.
El calzado, básico
El elemento básico para el senderismo es el calzado. Aunque cualquier calzado cómodo sirve para andar por un camino en buen estado durante un par de horas, si pretendemos hacerlo durante todo el día, considerando que en nuestra ruta encontraremos toda clase de terrenos, deberemos elegir un calzado más apropiado. La oferta del mercado es amplísima, aunque siempre habremos de optar por uno que agarre bien el tobillo. Para quien piensa adquirir calzado específico para senderismo, lo más conveniente es consultar con un experto que le asesore sobre los tejidos de última generación y sobre qué tipo de bota o zapatilla de trekking se adapta mejor a sus necesidades.
La mochila es también importante, aunque para salidas de un día no se precisa nada especial: algo de comida, una gorra, un teléfono móvil, un botiquín básico y ,según la época del año, una prenda de abrigo, gafas de sol y un impermeable. Por supuesto, no hay que olvidar el agua. Y si en el camino encontramos fuentes (de agua potable, ojo) conviene aprovecharlas para beber y llenar la cantimplora, nunca se sabe dónde hallaremos otra.
Hábitos elementales
Algunos resultan decisivos para que el primer contacto con el senderismo nos deje un buen recuerdo y nos anime a repetir la experiencia. Además de conocer teóricamente la ruta y estar bien equipado, hay que aprender a dosificarse. Por ejemplo, no debemos afrontar la subida a un monte del Pirineo sin haber asentado el hábito de andar (cuesta arriba) durante varias horas. En el senderismo deviene esencial no agotar las fuerzas y caminar relajado, por lo que no hay que frustrarse si al comienzo las piernas no responden y las pendientes se eternizan. Poco a poco se irá cogiendo resistencia y potencia. Tampoco hay que olvidar el calentamiento: el buen senderista sabe que antes y después de comenzar a andar hay que efectuar estiramientos para adecuar los músculos al esfuerzo.
Sortear los obstáculos
El senderismo no es un deporte extremo, pero requiere de una técnica superior a la del mero caminar. Lo primero que debemos aprender es a mantener la calma si surge algún problema. Y saldremos más fácilmente de las situaciones difíciles si no olvidamos el teléfono móvil, dejamos señalado a nuestra familia o amigos adónde nos dirigimos y si caminamos siempre acompañados. Para cruzar un río (sólo si la corriente no entraña peligro y la profundidad no supera la rodilla), se avanza de piedra en piedra con un pie detrás del otro, buscando el equilibrio dinámico. Al descender pendientes, hay que bajar mirando a la pendiente y clavando los talones a cada paso para guardar el equilibrio, y evitar las caídas o el rodar incontroladamente. También para las subidas hay truco: tomarlas con calma, con pasos cortos y caminando en zig-zag. Es preferible evitar las zonas de zarzas, arbustos espesos y matorrales, ya que salir de ellos puede resultar agotador e implicar que terminemos llenos de arañazos. Además, en estas zonas es más fácil perder la orientación. Si nos desorientamos y no encontramos la siguiente marca en una roca o árbol, tengamos en cuenta los puntos cardinales: el sol sale por el Este, se pone por el Oeste y está al Sur. Los musgos de los árboles proporcionan otra pista: indican el Norte. Si cae la niebla, una de las mas peligrosas dificultades que presenta la montaña, hay que descender hasta buscar un río y seguirlo, pues siempre nos llevará a una población. Si nos sorprende una tormenta eléctrica, evitemos los lugares altos, y habremos de deshacernos de los objetos de metal además de buscar un descampado para alejarse de los árboles. Si cae la noche, lo mejor es buscar un refugio entre los árboles y quedarse quieto hasta que amanezca.
Senderismo respetuoso con la naturaleza |
|