Por el camino más natural
Unas 1.400 ovejas de la ganadería Las Albaidas atraviesan la capital en su camino hacia la Campiña para reivindicar que no se ocupen las vías pecuarias.
Lourdes Chaparro |
Las veredas, las vías pecuarias, hoy casi perdidas, tuvieron una gran importancia para la trashumancia hace varias décadas ya y, por ende, para los ganaderos, los animales y la propia economía de muchos. Las vías pecuarias eran el paso natural de los rebaños en busca de mejores tierras y, con ello, se podían aprovechar mucho mejor los ciclos biológicos de los pastos. Sin embargo, poco a poco esta tradición milenaria está desapareciendo y parece que también condenada a su extinción. Cada vez son menos, las ganaderías y pastores que practican la trashumancia que, además, está bastante limitada en su desarrollo por la falta de caminos practicables para el ganado. Aun así, todavía quedan algunos ganaderos en la provincia de Córdoba que apuestan por este método que, además, beneficia al propio ganado. Es el argumento que defiende el propietario de la ganadería Las Albaidas, Felipe Molina, quien ayer llevó a sus ovejas por la capital en su camino hasta la Campiña cordobesa donde pastarán durante el verano.
Apenas eran las 07:00 cuando la más de 1.400 ovejas de raza merina llegaron hasta la carretera de Trassierra tras pasar por la Sierra de Córdoba y con Felipe Molina al frente de todas ellas. La de ayer era la primera jornada de otras que llegarán a lo largo de las próximas semanas y, por desarrollarse en el mismo terreno municipal, en lugar de trashumancia se denomina trasterminancia. En su recorrido atravesaron la capital siguiendo la cañada que estableciera Alfonso X El Sabio en el Medievo, parte de la cuál ha sido urbanizada, como ha ocurrido en muchas de las veredas para la trashumancia, caminos que traían a oriundos de León, Asturias y Soria hasta la Vega del Guadalquivir.
El paso por la capital de estas ovejas, una estampa que dejó a más de un viandante con la boca abierta por la su propia singularidad y belleza -tanto que hacía volver al pasado- fue además toda una clara reivindicación de las vías pecuarias porque «están ocupadas por las administraciones», anotó Molina. Durante la primera parada técnica de la jornada, el ganadero centró su discurso en la falta de medios que tiene ahora el sector para llevar a cabo la trashumancia con sus animales. «Hay muchos sitios ocupados y es necesario un camino alternativo para nosotros», insistió. En esta línea, consideró que las administraciones públicas son, además, «las que más usurpan» los terrenos que son el paso natural de los rebaños y los pastores.
A pesar de todos estos inconvenientes y trabas, la de Molina es una de esas familias ganaderas que insisten y defienden la bondad de la trashumancia y reivindica su práctica siempre que puede. No en vano, según contó, son ya cinco las generaciones con la suya las que la llevan a cabo. «Es un sistema que está por encima del ecológico», destacó, al tiempo que subrayó que con la trashumancia «se mantienen las costumbres y las tradiciones que se hacían antiguamente». También aludió a las dificultades propias de ejercer esta profesión y lamenta que en los últimos años se hayan perdido numerosos rebaños en la provincia de Córdoba que realicen esta práctica. Es más, aseguró que hace apenas dos décadas el número de rebaños superaba el medio centenar, mientras que ahora apenas quedan diez. A pesar de que Molina confiesa que lo suyo es «pura vocación», reconoció también que es un trabajo «duro, sacrificado» porque el despertador suena demasiado temprano cuando se colocan los cencerros a los machos cabríos por cuyo sonido se guiará el ganado merino, se soportan nubes de polvo a más de 40 grados en rastrojales, hasta poder descansar por la noche. «Es una profesión muy dura, no hay horarios para nadie», reconoció.
Además de ganadero y maestro en las labores de pastoreo, Molina también es biólogo y no tiene reparos en detallar algunos de los beneficios que reporta la trashumancia para el ganado. Entre ellas, el hecho de que recorrer entre 30 y 40 kilómetros por los caminos y veredas habilitados hace que las ovejas «tengan el cuerpo más atlético y musculado», como dijo que están las suyas. No obstante, matizó que también es necesario saber con qué raza es mejor practicar la trashumancia. Una de ellas es la merina porque «su morfología está adaptada al pastoreo y aguantan mucho», indicó. Es más, insistió en que con esta práctica las ovejas «aprovechan más el pasto y engordan más». Junto a estos beneficios, también cita al pasto del que se alimentan. Así, anotó que ahora en verano «hay menos pasto y las ovejas apuran más lo que encuentran». No en vano, durante este tiempo los animales aprovecharán las rastrojeras de cereal y de girasol.
Tras esta primera parada, el destino del ganado será hoy una finca en Gualdalcázar, donde estas más de 1.400 cabezas de ganado permanecerán alrededor de un mes y luego se dirigirá hasta otra finca de la Campiña cordobesa. Será a partir del mes de septiembre, cuando el rebaño de Felipe Molina regrese, también por la capital, a la zona de la Sierra donde pasarán el invierno.